PINTURA ROMÁNICA DE LA SALA CAPITULAR DE SIGENA

Con las llamas desaparecía una de las obras más importantes del arte medieval, unas pinturas anteriores al 1220 que hoy sólo conocemos por unas fotografías en blanco y negro que no dejan ver aquellos maravillosos azules, verdes y amarillos, que según muchos testimonios poseían. Los escasos restos conservados en el Museo de Arte de Cataluña (MNAC), trasladados antes de 1960, muestran una monocromía debida al calor del incendio que convirtió todo en un amasijo de ruinas.

En su origen los espacios pintados alcanzarían a toda la estancia, que es de forma rectangular con circo arcos apuntados, que separan nitidamente en sus veinte enjutas el mismo número de episodios del Antiguo Testamento. Las Genealogías de Cristo, importante nudo del conjunto están en los intradoses de los arcos, acogiendo cada uno catorce representaciones, lo que hace un total de setenta.

El Nuevo Testamento se sitúa en los muros perimetrales, donde se desarrollan once escenas relativas a la vida de Jesús. Debe destacarse el Nacimiento, donde aparece la Virgen recostada en el suelo, con una dulce mirada. Ocupan el centro dos mujeres, una sostiene sobre sus faldas al Divino Infante, e introduce una mano en la vasija para ver si está caliente el agua que va derramando la otra mujer. Sentado al otro estremo está San José en actitud meditabunda, dirigiendo a María recelosa mirada que detiene un ángel mostrando una cinta en la que está escrito "José, hijo de David, no tengas temor". Detrás de las figuras descritas se distinge dibujado con fatal perspectiva, el pesebre, y tras él, las testas del buey y de la mula.

Estas pinturas se descubren en su totalidad en 1882, cuando se retiran las cales y yesos que las cubrían. Sorprendió su inhabitual factura, que no se conocía en España, además de una decoración abigarrada con plantas y animales, que no se empleaba en la pintura mural, desconcertando a los investigadores el acentuado naturalismo de los personajes, con unos rostros donde luces y sombras realzan su carácter volumétrico; las amplias indumentarias con profundos plieges les dotan de un sentido corpóreo ciertamente infrecuente.

En la actualidad, los ingleses, que son los que han publicado el mejor libro sobre SIGENA, identifican el estilo del Maestro de Sigena con el del Maestro de la Hoja Morgan, que intervino en la elaboración de la Biblia de Winchester, aunque reconociendo notorias discrepancias, cuestión que resuelven imaginando al artista en Sicilia después de realizar la Biblia, con el fin de adquirir conocimientos sólidos capaces de alterar su estilo de aprendizaje y madurez, con renovado "bizantinismo" para que sobre el 1210 desarrolle su arte en Sigena.

 

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